viernes, 20 de julio de 2007

Capítulo 4 Pablo

El centro del pueblo era bastante pequeño, contaba con una calle principal y sus respectivas arterias. Pero estaba rodeado de gran cantidad de barrios y pequeñas urbanizaciones lo que lo hacían parecer una gran ciudad. Muy pocos coches transitaban por sus calles por lo que estaba plagada de transeúntes que se movían de un lado a otro dando la impresión de que caminaban hacia ningún lado. Árboles de todo tipo ornamentaban las aceras, aunque entorpecían el paso y los caminantes se veían obligados muchas veces a transitar por las calles. No representaba ningún problema puesto que los coches escaseaban y rara vez se veía alguno. La consecuencias de esta situación eran en parte beneficiosas para la población pues respiraban un aire mucho más puro que en cualquier otra ciudad y ejercitaban el cuerpo inconcientemente, ya que su principal medio de transporte eran las piernas.
En el corazón de aquel pequeño poblado, de aire puro, pocos ruidos y de aspecto un tanto desolado vivía Pablo, un chico de catorce años que a pesar de que ya comenzaba a notársele la voz un poco ronca y ciertos cambios en la estatura y la fisonomía del cuerpo, sus ojos todavía estaban impregnados de cierta inocencia e inmadurez. A vista ligera se podía apreciar a un chico mucho mayor, no solo por su apariencia de joven aniñado o adolescente maduro, también por su seriedad y compostura en la actitud. Toda esta imagen se desvanecía cuando hablaba pues en su voz se notaban los cambios de la pubertad aunque sus palabras aun vibraban con la frescura, inocencia y pureza de la niñez. No era un chico tímido pero casi siempre se le veía solo, escribiendo notas en un pequeño cuaderno que siempre llevaba bajo el brazo o devorando las páginas de cualquier libro lo cual no dejaba de hacer hasta haberlas engullido por completo. Como ocupaba casi todo su tiempo libre leyendo, su vida social cada día era menos activa y sus amigos fueron desapareciendo. Daba la impresión de que era poco sociable, sin embargo cuando realmente tenía tiempo le gustaba hablar con la gente y contar cuentos, solo que ya apenas disponía de oyentes. Ahora se había creado un blog y en el publicaba las historias que se imaginaba así que le llamó “Historias Imaginadas”.Nadie las leía pero el se conformaba con saber que estaban ahí para quien le interesara. Ahora, después de percatarse de que los chicos con los que solía jugar tomaban cada uno su rumbo y que prácticamente estaba solo, se dedicó a estudiar, leer y a veces a escribir.
El apartamento donde vivían el y su hermano mayor era bastante espacioso y cómodo. Tenía un amplio salón con un gran ventanal acristalado, suelo de parquet que mantenían siempre limpio y decoración minimalista. De una de las paredes colgaba dos cuadros que juntos formaban una gran orquídea en tonos que iban desde el marrón claro hasta el beige, pero sin resaltar ningún color en especial. Debajo de estos, y rompiendo con el blanco de las paredes y los pasteles del cuadro reposaba un sofá de formato geométrico, pies rectos y metálicos, brazos cuadrados, respaldo bajo y tapizados de piel negra, casi nadie lo usaba puesto que era bastante incómodo. Una pequeña mesilla y una tele de plasma completaban el decorado. Más al fondo se hallaban los dormitorios cada uno con su cuarto de baño y su terraza en forma de balcón. Toda el ala izquierda del apartamento la ocupaba la amplia cocina, el comedor y un pequeño trastero donde guardaban el material de limpieza y aseo. Era bastante espacioso y a Pablo a veces le daba la sensación de que se perdía en un lugar tan grande. Por eso era en su habitación donde pasaba la mayor parte del tiempo, allí tenía la tranquilidad suficiente para hacer lo que más le gustaba que era leer cuantos más libros mejor. Siempre que llegaba del colegio se encerraba aislándose del mundo exterior y nunca llegó a intimar con ninguna de las niñeras que su hermano contrataba para que le cuidasen.Desde muy pequeño la soledad había sido su amiga más fiel, su madre había muerto, no conocía a su padre y su hermano Gabriel, que era el que se había echo cargo de cuidarle y educarle, casi nunca estaba en casa, tenía que trabajar para poder llevar la comida al hogar y pagar las facturas. Los dos habían estado separados por las circunstancias, y ahora que comenzaba a descubrir el mundo de los adultos no vio más que una estrecha unión de amor y dedicación hacia si por parte de su hermano. Comprendía con más claridad el por qué de su ausencia, por qué su compañía cada tarde al llegar del colegio habían sido un desfile de chicas desconocidas que le cuidaban pero que nunca había hecho el más mínimo esfuerzo por simpatizar con ninguna, y comprendía también por qué los fines de semana, Gabriel no se le despegaba ni un momento, intentaba que hicieran siempre cosas juntos y le daba todos los caprichos que podía permitirse.
-Me concientes demasiado Gaby.
-¿Yo? No, eres tú que sabes como engatusarme- dijo sonriente.
-Ya verás como al final lograrás que me convierta en un joven mimado y egoísta.
-No se por qué dices eso. Nunca lo has sido y no creo que ahora empieces a cambiar.
-¿Por qué no, es más cómodo ser egoísta que no serlo?
-Pues por eso mismo, porque se que no te gustan las cosas fáciles, estás aprendiendo a luchar para obtener lo que quieres y creo que eso te gusta, y esa es la razón por la que ahora mismo me recriminas que te consienta y te mime. Eres mi único hermano, mi única familia y te quiero más que a nada. Cada día acudo a la oficina lleno de dolor por no poder estar contigo más tiempo y poder comunicarnos más, se que ahora tienes un montón de inquietudes y preguntas que hacer, pero el poder darte todo lo que necesitas y mimarte es mi mayor satisfacción ¿no querrás privarme de ello?-esta última pregunta la dijo cariñosamente sarcástico y con una risa en los labios, intentando despejar aquella sombra que sus palabras habían tejido alrededor de todo aquel momento tan intimo y abierto.
-No quiero privarte de nada-dijo cortante-solo quiero que sepas que no tienes que limpiar tu conciencia satisfaciendo todos mis caprichos. Nunca estás cuando te necesito, a veces me olvido del timbre de mi voz porque paso días enteros sin mencionar palabra, la soledad y mis libros son mi única compañía. Lo que más deseo es pasar más tiempo contigo pero ese es el único capricho que no puedes darme. -sus palabras sonaron sorprendentemente duras y recriminatorias-Me conformo con el beso que me das cada mañana, y soy feliz porque soy tu hermano. Sé que también te encuentras solo y que el mayor sacrificio que haces no es el trabajo de la oficina, me echas de menos tanto como yo a ti. -Gaby no entendía como podía decirle aquellas palabras llenas de reproche y a la vez llenas de ternura,”aun es un niño y los niños son crueles por naturaleza al mismo tiempo que son sensibles y cariñosos”- pensaba mientras escuchaba las palabras de Pablo.
-Saber que me quieres llena todos los espacios que no ocupas con tu presencia.
Gaby no pudo hacer otra cosa que abrazar a su hermano y echarse a llorar como un niño pequeño al que le acaban de reñir.
Después de ese día los dos estuvieron más unidos y como Pablo estaba ya de vacaciones Gaby decidió que deberían estar más tiempo juntos y le invitó a pasarse una mañana en la oficina.
-¿No te dirán nada por tenerme allí incordiando?
-Lo dudo. Primero porque eres un chico encantador y le caerás bien a todos y segundo porque no creo que le puedan prohibir nada a su jefe-Gaby sonreía cuando decía estas últimas palabras.
-No sabía que tú eras…
-Bueno no tiene importancia, solo intentaba impresionarte, daba por hecho que lo sabías.
La noche antes Pablo ni siquiera leyó, deshizo la cama después de cenar y se acostó pensando que si se dormía temprano antes llegaría la mañana. A pesar de estar muy ansioso no le costó conciliar el sueño. La mañana no llegó todo lo rápido que deseaba, se despertó varias veces y cada vez le costaba mas dormirse así que cuando los primeros rayos de sol entraron en su habitación abriéndose paso a través de las finas cortinas que adornaban las ventanas, decidió que era inútil ya intentar dormirse otra vez.
En pocos minutos hizo la cama, luego se duchó y desayunó un baso de leche y galletas. Ya era la hora en que sonaba el despertador de Gaby. Sabía que en muy poco tiempo su hermano estaría listo y por fin partirían al bufete de abogados, pero no escuchaba ningún ruido y comenzó a impacientarse.
-Seguramente ha olvidado poner el despertador en hora, aunque es muy raro-se decía así mismo-Encenderé la tele del salón a ver si con el ruido se despierta.
En ese mismo instante desde la calle se coló un sonido bastante inusual en aquel pueblo, un coche acababa de arrancar y el ruido se iba alejando poco a poco. Antes de que desapareciera Pablo corrió hacia la gran ventana del salón y lo vio. Era un deportivo negro de esos que solo había visto en revistas, se podría decir que era muy parecido al Audi TT pero ya había alcanzado cierta distancia desde la que no se podía divisar bien el modelo. A Pablo le impresionó bastante aquel coche, era una imagen poco habitual en el pueblo aunque su hermano era de las pocas personas que tenían un automóvil nunca había visto un deportivo tan de cerca. Cuando el sol que acababa de desperezarse e intentaba alzarse en el horizonte le impidió seguir mirando abandonó la ventana y al voltearse se asustó al ver la imagen de su hermano que yacía en el incómodo sofá de piel negra.
-Te estaba esperando-dijo sorprendido-cuando entré corriendo no noté tu presencia. No sabía que estabas despierto-Pablo hablaba sin percatarse de que la mirada de Gaby se perdía en la blancura de la pared.- ¿Has escuchado ese coche? Nunca antes había visto uno así, creo que era un TT.
-No era un TT sino un R8- por fin pudo hablar Gaby saliendo de su letargo pero su voz sonó forzada y apenas le quedó aliento cuando terminó la frase.
-¿Es qué le co…
Pablo sintió mucho miedo cuando adivinó el verdadero estado en que se encontraba su hermano y corrió hacia él. Gaby comenzó a gemir de dolor, intentaba sonreír para que el pequeño no se alarmara.
-¿Qué te ocurre?-gritaba incesantemente Pablo pero su hermano a penas podía hablar. A pesar de que el sol cada vez se hacía más ligero y comenzaba a elevarse como una gran burbuja llenando toda la habitación de luz., una pesada sombra aun ocupaba todo aquel espacio, parecía como si la piel negra que tapizaba el sofá creciera alrededor de Gaby.
-Tu alma vacía…Elena… Tomás...Elizabeth-esas fueron las palabras que pudo decir antes de que le comenzara a brotar la sangre por sus labios. Pablo estaba totalmente confundido sabía perfectamente de que le hablaba su hermano pero no comprendía el mensaje y cuando quiso preguntar fue demasiado tarde. La daga dorada que atravesaba su abdomen acababa de absorber su último aliento.