martes, 19 de junio de 2007

Capítulo 2 Elena, Tomás y ...

Elena y Tomás casi siempre estaban juntos, no eran propiamente una pareja de enamorados pero se podía decir que entre ellos dos existía algo mucho más íntimo que una amistad. Ella tenía un espíritu libre y no quería atarse a nadie, o por lo menos eso pretendía. En cambio él si podía unirse a cualquier persona por la que sintiera por lo menos una mínima sombra de lo que podría llamarse amor y eso era justo lo que creía sentir por Elena. Era un sentimiento verdadero pero sucio y peligroso que más que amor parecía capricho, sin embargo, quienes conocían bien a Tomás sabían que a pesar de ser una persona, que necesitase sentirse siempre acompañado, no escogía para ello a nadie por la que no profesase como mínimo afecto o cariño. Todos desconocían su vida en Cuba y lo veían como a alguien libre, moderno y con la mente abierta a cualquier tipo de relación. No era un chico físicamente hermoso pero su carisma y su gracia lo hacían ser uno de los más populares entre los estudiantes de la universidad, lo único que le recriminaban incansablemente sus amigos era su extraña relación con Elena. Pese a todo actuaban como novios: andaban siempre de la mano, tenían su propia canción, iban juntos al cine y a cenar a restaurantes, incluso se hacían regalos el día de los enamorados. Cuando salían de fiesta casi nunca regresaban juntos, normalmente conseguían a alguien con quien terminar la noche. Así de abierta era su relación. Hasta que Tomás empezó a mostrar interés en aquella chica tan tímida y retraída. Elena tenía que esforzarse más para llamar su atención y cada vez entendía menos su actitud, sin embargo intentaba restarle importancia. Normalmente si ella se quedaba a comer en el comedor estudiantil él la acompañaba, pero de repente dejó de hacerlo, ya no estaban tanto tiempo juntos, las salidas al cine fueron cada vez menos hasta llegar a suprimirse del todo, y ya nunca más salieron de fiesta. Esto no la molestó para nada, no tenía por qué. En su abierta relación lo único que no cabía eran las exigencias y las obligaciones, los dos eran totalmente libres, independientes y sin ataduras. Pero lo que si sintió Elena fue la ausencia de un regalo en San Valentín, no el presente en si mismo sino lo que este significaba. Tomás no la había tenido en cuenta el simbólico día que se escogía para dar muestra de que existía algo entre dos personas ya fuera amistad o amor, y sin embargo a la paliducha sí, y estaba segura porque lo había visto en una actitud muy romántica entregándole una Rosa roja debajo del árbol que custodiaba la entrada trasera del campus. Hasta entonces no había sentido la violenta llamarada que recorría su cuerpo y la sumergía en un mar de celos totalmente desconocidos para ella. Éste era un nuevo sentimiento que acababa de descubrir, nunca antes había tenido rival en lo que a chicos respectaba, por eso no podía entender que el interés que Tomás mostraba por Alina la soliviantara tanto. Él nunca le había pedido una relación formal, y ella en parte lo había agradecido porque estaba casi segura que en cuanto lo hiciera se acabaría todo. Pero ahora, se preguntaba sorprendida qué tenía esa flacucha insignificante que cautivaba a Tomás. Y fue entonces que empezó a darse cuenta de que hacía algún tiempo empezaba a sentirlo distante. A penas hablaba con ella y el sexo se había reducido a un banal y forzado intercambio de fluidos y frías caricias carentes de pasión y deseo .Ya él no lo disfrutaba como antes, y dejaba notar que solo lo hacía por complacerla no porque realmente le apeteciera o lo necesitara. Era como si se sintiera obligado o comprometido, y eso la cabreaba y a la vez la confundía. ¿Acaso ya no era lo bastante sexy y seductora?
–Soy una chica muy inteligente y segura de mi misma-se decía, intentando sofocar los celos- , a veces un poco fría pero pasional cuando tengo que serlo y sobre todo muy extrovertida, todo lo contrario de esa niñata pálida, escuálida y desabrida. Para Elena no era tan obvio que ahora el chico tenía novia y que se estaba enamorando, él antes había tenido otras relaciones pero nunca la había echado a un lado de aquella forma y aunque ahora no la estaba apartando del todo se sentía como una pieza sobrante y eso la encolerizaba enormemente. Mientras tomaba un poco de aire en una de las terrazas de su apartamento pensaba en Tomás y se entristecía cada vez que intentaba obligar a su mente a repasar la imagen del chico entregándole una rosa .Era algo tan inverosímil como aquel mismo instante pues nunca había pensado profundamente en nadie, nunca antes había tenido necesidad de una rosa, nunca antes se había enamorado. "No puedo quedarme de brazos cruzados viendo como esa paliducha me quita lo que es mio, tengo que hacer algo y se quien puede ayudarme"-pensaba en estas palabras mientras cogía las llaves del coche. En ese momento la cegaba la furia, y su rostro emanaba odio, rabia y cólera pero al sentarse en el asiento del coche intentó calmarse. Normalmente no dejaba que sus sentimientos salieran con tanta facilidad y mucho menos los que punzaban tan profundamente.
-No puede ser que me esté enamorando.No.
Respiró profundo varias veces antes de arrancar el motor y por fin puso el coche en marcha y salió. Se dirigía hacia el apartamento de Víctor, que estaba situado en la parte norte del centro de la ciudad. En un barrio donde se podía encontrar toda clase de personas y de todas las nacionalidades, desde chinos hasta norteamericanos pero, lo que más abundaban eran ecuatorianos y marroquíes. Era un lugar donde el alquiler de una vivienda era mucho más económico que en cualquier otro barrio de la ciudad y por eso la población que predominaba era la de estudiantes universitarios y sobre todo inmigrantes ilegales. La puerta de entrada del apartamento al que acababa de llegar estaba entre abierta y pensó, que después de subir cinco pisos sin ascensor no le quedaban energías para ponerse a esperar que después de su llamado alguien le abriera. A demás, dentro comenzaba a sonar una extraña música en directo y tuvo la sensación de que la propia música la invitaba a pasar. Era evidente que había una banda ensayando por lo que sería muy difícil que la escucharan. Así que sin pensárselo y fascinada por los sonidos empujó un poco la puerta y entró.
-Hola-fue la única palabra que pronunció cuando atravesó la entrada al tiempo que se interrumpían por unos instantes el ensayo. Nadie le contestó el saludo, ni siquiera hicieron cuenta de su presencia. No le pareció extraño que la recibieran con tanta descortesía, pues la mayoría de los que allí se encontraban eran los amigos más íntimos de Tomás, y Elena sabía que no caía nada bien en aquel grupo. Todos prestaron atención a la puerta mientras se cerraba tras el paso de la recién llegada, pero a ella nadie la miró, la ignoraron, hicieron como si no existiera y acto seguido cada uno siguió en lo suyo y volvió a comenzar la introducción de el mismo tema que segundos antes había hechizado a la chica. Se encontró con rostros consumidos y extáticos sumergidos dentro de una niebla de humo denso y asfixiante. Solo había dos chicos que no fumaban pero seguramente se habrían colocado con la viciada humareda que desprendía el porro de la pareja que tenían en frente. De los presentes, algunos solo hacían de espectadores mientras otros cuatro eran los que tocaban la introducción de aquel cautivador tema musical que ya se le empezaba a ser familiar. " Juraría que esta canción la he escuchado antes" Entonces se percató al observar la banda, de que faltaba un integrante y en parte se alegró.
Ella ya había estado con Víctor en aquel apartamento varias veces, mucho antes de conocer a Tomás. Normalmente se veían los sábados después de la fiesta de fin de semana y si el resto de los días encontraban algún hueco en el que no tuvieran nada más importante que hacer, también se daban cita en aquel lugar e incluso alguna vez estuvieron en el apartamento de Elena, pero fue por otros motivos bastante diferentes. Cuando Tomás apareció no fue distinto solo que los ratos libres ahora se los dedicaba al cubano. A Víctor no le molestó el rechazo, ni siquiera lo sintió. Aunque Elena había sido algo diferente, para él cualquier chica solo cabía en un contexto estrictamente sexual. Elena continuó su paso hacia el fondo de la sala haciendo como que no le importaba que los presentes la ignorasen. Se sentó todo lo apartada que se podía estar en un salón de cincuenta metros cuadrados. Pero intentaba dar a entender con su actitud que tampoco pretendía tratar con nadie que no fuera Víctor. Por eso mientras tomaba asiento en un butacón aparentemente retirado, buscaba su mirada con una sonrisa forzada, mueca que desapareció cuando empezó a sonar la percusión y sintió que su corazón palpitaba con más fuerza con cada instrumento que se iba incorporando a la introducción del tema. El joven estaba con la vista clavada en el teclado interpretando parte de la música que producía en ella aquella dulce, seductora pero ya un poco amarga sensación, y tampoco se percató de su presencia. De pronto del fondo salió Tomás casi corriendo y cogió la guitarra eléctrica y antes de pulsar cualquier cuerda comenzó a vocalizar las notas de la canción para la cual se hacía aquella larga introducción. Elena dejó de buscar la mirada de Víctor y se quedó atónita escuchando aquella música que le llegaba profundamente al alma. Ahora que aquellas notas tenían letra sabía que solo podían ser dirigidas a ella.
Tu pelo tan raro, tu hablar tan ligero /tus ojos forrados con trozos de cielo./ Belleza congelada y un corazón de acero/ curvas divinas que rompen el viento./ Y el viento no sabe que le llevas dentro/ que tu alma es aire y tu mente hielo./ Tus labios mojados me dicen: te quiero,/ y no me lo creo pues probé tu… /veneno que mata con frases calladas,/ risas ocultas que anuncian encierro./ Encierro en tus ojos, encierro en tu pelo,/ encierro en tus curvas, encierro en tus labios ligeros./ No sé cómo pude tener hasta ayer mente para soñarte/ si cuando enfermé de tu amor maldito no quisiste curarme/ Tus labios mojados, tu andar tan ligero me dicen: te quiero,/ y cuando me muestras tu alma vacía ya no me lo creo./ No sé cómo pude tenerte en mis sueños,/ robar una estrella y ponerla en tu pecho./ Tu pecho tan duro y ahora maltrecho/ que escondes con rabia, que escondes con celo./ No te queda nada solo tienes miedo./ Miedo a la vida y también miedo al tiempo./ El tiempo que pasa y que te rechaza./ Rechaza tus curvas rechaza Tu pelo tan raro tu hablar… Pronto fue presa de las notas musicales y ya nada pudo evitar que se dejase llevar por la melodiosa canción. Todos sus sentidos comenzaron a fundirse con los sonidos. Y como una lámpara que absorbe energía del fluido eléctrico, su cuerpo se llenó de luz. Al principio creyó que era una ilusión producto del bienestar que le producía la melodía. Luego, cuando fue consciente de que su estado era real y que aquella luz producida por su propia esencia brillaba cada vez con más intensidad y era imposible desprenderse de ella, se asustó. No temía realmente, pero respiraba cada vez más rápido, su piel estaba mucho más fría en contraste con el calor de su interior producido por el fuego del significado de aquella maravillosa composición. Y si la luminiscencia que salía de su cuerpo no hubiese sido tan brillante, se le hubiese podido notar el rostro pálido aunque sereno. De repente solo se escuchó el silencio, y si bien el bienestar y el susto seguían presentes, el apartamento, la gente e incluso la música habían desaparecido. Ahora estaba totalmente sola, ni siquiera se hallaba el butacón apartado que había escogido para sentarse. "La yerba que fumaban estos no me sienta nada bien"
-La yerba de esos chicos no creo que pueda sentarte de ninguna manera porque ellos ni siquiera aun existen-
"Ya empiezo a escuchar voces"
-En estos momentos puedes escuchar voces o ver imágenes o simplemente sentir sensaciones como la que te produce la canción de Tomás, solo tengo que escribir la forma en la que me quiero comunicar contigo, y he escogido la música y las palabras.
"Estoy realmente borracha, el cannabis no es lo mío. Estoy segura de haberlo probado antes pero nunca me había puesto en este estado"
-¿Estás segura que lo has probado, recuerdas cuando?-
"Ah ya sé lo que me pasa: es mi conciencia que ahora me habla"
-No, ni siquiera sabes lo que es la conciencia, mucho menos hacer uso de ella. Tus conocimientos solo pueden ser conceptuales y solo sientes lo que puedes explicar, y según seas capaz de hacerte entender por otros a través de la palabra, concebirás más o menos algo semejante a los sentimientos. Pero todo depende de cómo te expliques y como te entiendan. Aunque en realidad no depende de ti si no de mi. Yo, si escribiera bien, podría a través de ti despertar conciencias o emocionar, pero para eso tendrías que ser un personaje bien elaborado y bien caracterizado. Tendría que crearte única y original, no deberías ser la copia de nada ya escrito. No es que lo seas pero ya estás creada, y no he indagado si ya hay alguien como tú. Bueno creo que no habrá muchos personajes que puedan hablar con su autor, y yo soy tu autor.
- Me he quedado en la pregunta del cannabis-
-Las palabras que dices ahora tendrían que llevar un guión seguidas de un texto en el que yo exprese con claridad como las dices: que gesto tiene tu rostro, o la verdadera intensión de la frase. Tu no conoces nada de ti misma si antes yo no te lo muestro y para hacerlo, primero tengo que dotarte de inteligencia humana, por eso eres una chica y no un perro o un peluche. Tu percepción de las cosas dependerá, como en los verdaderos humanos, de tu grado de intelecto, por eso estudias en la universidad. Pero, por ejemplo ¿sabes qué estudian realmente tus amigos y tú? Ahora si yo quisiera no tendría que estar dándote todas estas explicaciones, daría por hecho que me entiendes y problema resuelto pero he visto algo maravilloso en ti. Eres capaz de tomar algunas decisiones que yo no he escrito, creo que eres algo más que un personaje. Y ahora que he decidido hablarte estoy aún más convencido de ello.
- Estoy totalmente drogada-
-Aun no te he dado la cualidad de realista y objetiva. Aunque tu actitud al no aceptar mi presencia demuestra que lo eres.
-¿Me estás queriendo decir hace rato que soy el personaje de una novela?
-¡Al fin me hablas! Eres un personaje tan autónomo y maravilloso que hasta te resistías a hablar con tu autor, tu creador. Y esto no es exactamente una novela, ya antes te dije que no escribo nada bien, pero de lo que quiera que sea, tú, eres un personaje. Por eso yo decido que dices y que haces en cada momento. Aunque te recuerdo que tienes cualidades que no la suelen tener normalmente los personajes.
-Esto es una broma, los chicos han hecho algo para que yo esté en este estado, esa música mezclada con el humo me ha trastornado. ¿Dónde está la gente, por qué no puedo ver nada que no sea a mi misma? Quiero gritar y no puedo, de hecho creo que nunca he gritado pero sé lo que es gritar, sé que ahora mismo solo estoy viendo mi cuerpo pero no sé si lo que estoy viendo es lo que es. ¿Qué me está pasando?
-No te asustes, antes lo estabas pero no sentías miedo ahora temes pero no deberías, pues cada vez eres más libre. Antes te he explicado que yo debo mostrarte las cosas. Para que veas tu cuerpo yo debería describirlo, yo debo dotarte de cualidades a ti, tus objetos,l a gente que te rodea, y la verdad es que no he hablado de tu cuerpo por eso no lo ves ni recuerdas haberlo visto nunca.
-¿De veras quieres que me crea todo lo que dices?
-Bueno, si pudieras ver tu cuerpo te dejaría en paz pero creo que aun no puedes hacer eso sin que yo te eche una mano. Pero como soy tu autor te ayudaré.
-Lo único que quiero es que se me pase el pelotazo-
-¿Pelotazo, qué palabra es esa? Tu autonomía va demasiado de prisa, aprendes por ti sola muy rápido.
-Creo que ya sé de qué va este juego-
-Esto no es ningún juego-
-Lo que quiera que sea, ya sé de qué va. Supuestamente yo soy un personaje de algo que estás escribiendo. ¿Es así o no?-
-Vas bien-
-Bueno pues si fuera como dices no debería de estar hablando contigo que supuestamente eres el autor, pero por alguna razón que solo tú sabes, lo estamos haciendo. Yo, solo puedo ver, oler, palpar y sentir lo que tú ya hayas escrito porque soy un personaje y soy producto de tu imaginación. Pero ahora mismo no puedo recordar nada de mí, solo sé que existo. ¿Eso significa que no has escrito nada sobre mí?
-Si no lo hubiese hecho no existieras –
-¿Y por qué no puedo recordar nada?-
-Porque no lo has intentado-
-Es que no se cómo hacerlo-
-Ok, te ayudaré, creo que aun es muy rápido para que puedas hacerlo sola-
-¿Y cómo lo harás?
-Fíjate bien como ahora empezarás a recordar-
Elena comenzó a recordar que hacía un par de horas conducía su coche, recordó también algunas de las cosas que pensó en ese momento y parte de las conclusiones a las que había llegado. Recordó los celos, Alina, Tomás y una flor roja. Recordó también el amor, la rabia, la furia, la cólera y la calma. De nuevo se vio en su coche intentando ponerlo en marcha y recordó por último, la música pero no pudo recordar la letra.
-¿Cómo lo has hecho?¿Cómo he podido recordar con tanta exactitud todos esos momentos y sensaciones?
-Te dije que yo soy tu autor y puedo hacer que las cosas pasen con solo escribirlas.
-¿Y por qué no puedo recordar la letra de la canción?
-La letra de la canción dice muchas cosas que fueron y muchas que serán y de momento no es conveniente que sepas tanto. Antes te dije que eras un personaje muy especial, creo que puedes hacer cosas por ti misma, romper las reglas, puedes llegar a ser totalmente autónoma, tomar tus propias decisiones. Pero…
-¿Quiere eso decir que soy como tú?
-Si te refieres a que puedes escribir tu propia no vela, creo que sí. Aunque…
-No quiero escribir novelas quiero que me enseñes a ser libre.